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Junio 29, 2001- El Mercurio de Chile
Carta de amor a Kate Winslet
Stanley Mieses
Este artículo fue publicado originalmente en la revista norteamericana Mode.

Kate, esta semana se te puede ver en El viaje de Julia, película del 98, antes de que te decidieras a hacer dieta. Kate, me gustas como eres, no adelgaces, no me decepciones.

No puedo hablar por otros hombres, y la verdad, no quiero, pero en lo personal no me atraen las mujeres que me hacen sentir intencionalmente destructivo.

Soy un tipo apasionado y sí, también soy gordo, y la combinación siempre me ha puesto nervioso y autonsciente cuando alrededor hay mujeres que son (o les gustaría ser) demacradas actrices de Hollywood o modelos flacas como cuchillos. Si quisiera un perro Afgano entrenado, me compraría o adoptaría uno.

Sin embargo, para mi gusto, ha habido una excepción reciente y notable: Kate Winslet. Me gusta su actitud. Me gusta su rostro. Me encantan sus caderas. Odio a su marido.

Ella siempre ha mantenido, con nobleza, y a pesar de las zancadillas de periodistas y productores chismosos, que una cintura no es una cosa tan terrible como para preocuparse. Y siempre he estado de acuerdo con sus declaraciones públicas sobre la dieta y la imagen corporal.

Siento que es mi responsabilidad, como actriz inglesa de éxito, decirle a todas las jóvenes que están confundidas respecto a su peso, que la vida es corta, y está ahí para vivirse, dijo en 1998. Soy feliz como soy. Sé que no soy la norma de estas estrellas de cine estadounidenses.

Sin embargo, no hace mucho, mientras estaba de gira promoviendo su última película Letras prohibidas, Kate Winslet reveló a la prensa que luego del nacimiento de su hija, en octubre pasado, había ganado peso que no era capaz de perder y que comenzaría una dieta para eliminarlo.

Me desprecio por eso y siento que estoy decepcionando a un montón de gente, se la citó en su momento. Constantemente agito la bandera de no hagan dietas, porque es basura, pero me gustaría perder un poco del peso que gané con el bebé porque si no, no trabajo. Lo que más me molesta es que mientras más terriblemente flacas y atléticas son nuestras actrices, menos reales son nuestras películas, lo que es triste.

No sé qué impulsó a esta actriz, que normalmente es tímida con los medios, a hacer este pronunciamiento, pero me golpeó. Leí sus declaraciones como si me enterara de que Mick Jagger y Eminem se unen para grabar grandes melodías de Broadway. Es tan claro que es la forma equivocada para ellos. Tal como la miserable figura de Gwyneth Paltrow sería para Kate.

Pero no estoy molesto con Kate Winslet, no me mal interpreten. Estoy molesto con la máquina de sueños que nos tiene creyendo que todo el mundo, en un determinado período de tiempo, estaba a tono y brillante y que incluso los cavernícolas comían ensalada con los aliños al lado. Incluso el logo de Columbia Pictures, la chica con la toga y la antorcha, fue adelgazado hace unos años.

Lo que más me molesta, sin embargo, es que mientras más terriblemente flacas y atléticas son las actrices que tenemos, nuestras vidas se hacen menos reales, lo que es triste. Si una joven actriz completamente bellísima y encantadora considera que debe adelgazar para ganar peso en su profesión, y si hacer esto implica, irónicamente, que sólo reduciéndose ella puede ser todo lo que puede llegar a ser, entonces se me hace muy duro convencer a las mujeres con el tipo de cuerpo que me gusta, que así están perfectas.

Pero no se preocupen por mí: sé por experiencia que mientras más aguda es la lucha que una mujer da por su imagen corporal, menor es su inclinación a ser tocada. Y mayor es la posibilidad de que ella busque una perfección ilusoria en un hombre (y encuentre imperfecciones en mi cuerpo).

He aprendido, mediante el camino difícil, a no salir con mujeres con grandes alergias (usan eso para escaparse de cualquier situación) o con mujeres que están en la angustia de una dieta. Al rechazar la comida, casi siempre me han rechazado a mí en el proceso. Incluso he tratado de acompañar en una dieta a una mujer, como una manera de seguir juntos. No resultó para nada. La sensación de disgusto consigo misma permeaba todo.

Normalmente vivaz y bastante irritable, ella ponía objeciones al sexo y se contraía ante las demostraciones de afecto. Estaba tan involucrada en lo que deseaba convertirse, que el momento se perdía. Finalmente admitió que no quería verme más, y a nadie más. Después de un mes, todo lo que perdí fueron treinta días.

Así que por favor comprendan por qué este asunto de Kate Winslet perturba tanto a un tipo como yo. Kate es un fantástico antídoto a este gigante juego de Survivor, en el cual todos los gorditos son los primeros en ser expulsados de la isla por votación popular. Te lo ruego, Kate, por favor, no lo hagas. No te hagas parte del grupo.