Kate sobre Holy Smoke

Mayo 31, 2000
La Nación de Argentina

Kate Winslet va más allá del humo sagrado
Antiestrella: como protagonista del último film de Jane Campion, la actriz confirma su elección por el buen cine.

NUEVA YORK (Page Up-The New York Times News Service).-
A los 19 años, Kate Winslet estaba muy confundida respecto de quién era hasta creer que iba a enloquecer. Días difíciles que, una vez superados, le fueron útiles, porque la equiparon para lidiar con las consecuencias de su propio éxito. Le dieron a la actriz, que hoy tiene 24 años, el coraje de no ser una estrella de cine.

"Logré superar ese etapa diciendo "voy a atravesar este momento de soledad, este momento suicida y podré llegar al otro lado y sentirme bien" -comenta la actriz inglesa-, remontar todo esto me llevó mucho tiempo, pero sabía que había cosas importantes por hacer. Esto es típico de la gente joven. Afortunadamente había tenido una infancia realmente estable, que me dio la seguridad necesaria."

Después de su meteórico ascenso gracias a "Titanic", en 1997, Winslet estaba en inmejorables condiciones para no dejar pasar "su" momento y protagonizar un éxito tras otro. Pero en vez de seguir la onda de Hollywood, la actriz se reafirmó como una de las profesionales más talentosas de su generación buscando papeles desafiantes en films pequeños e independientes, que le permiten probarse a sí misma y continuar desarrollando su talento.

Primero participó en "Hideous Kinky" (1999) y ahora protagoniza "Humo sagrado", dirigida por Jane Campion y basada en el guión escrito por la realizadora y su hermana Anna. En el film, Winslet encarna a Ruth, una australiana que durante una visita a la India queda subyugada por las enseñanzas de un gurú budista.

Preocupada por su nueva vida, la familia de Ruth organiza un plan para "salvarla de sí misma", apelando en última instancia a los servicios de P. J. Waters (Harvey Keitel), un norteamericano que se dedica a rescatar personas que hubieran sufrido algún tipo de lavado de cerebro. Waters localiza a Ruth y en un rápido movimiento la lleva a una cabaña ubicada en medio de la nada, donde comienza el angustiante proceso para contrarrestar los efectos del adoctrinamiento religioso. Hasta que ella patea el tablero, seduciéndolo.

"Me encantó que Jane me pidiera interpretar a una mujer muy real, muy actual y muy corajuda", dice Winslet, mientras arma el primero de los muchos cigarrillos que fumará durante la entrevista realizada en el hotel Essex, de Manhattan. Luce muy segura, sobre todo cuando se ríe de sí misma.

"Me encantó el guión. Ruth es alguien que intenta imaginarse quién es y pienso que lo hace a través de su relación con Waters. Es él quien descubre algunos aspectos que ella ni siquiera imaginaba tener y Ruth, a su vez, provoca lo mismo en él. El guión, Jane, mi
personaje y Harvey Keitel, es una combinación fabulosa", subraya.

Para sumergirse en el proyecto, Winslet pasó dos semanas en la India investigando el perfil de su personaje, y siguiendo el consejo de una amiga decidió embriagarse una noche, para disponerse mejor a rodar una escena de borrachera, y dar todo de sí en varias escenas de alto voltaje sexual junto a Keitel. En una de las secuencias, la directora le pidió que quedara de pie, desnuda y de espaldas a la cámara, orinándose encima frente a Keitel.

La actriz se sintió liberada luego de filmar su primera escena sin ropa en la película "Jude" (1996). Ahora, dice ella, rodar desnuda es sólo una parte más del trabajo. "Cuando tuve que hacerlo aquella vez, me sentí petrificada. Emma Thompson me dijo: "No lo pienses más. Sólo es cuestión de hacerlo. Después te vas a olvidar, no le vas a a dar importancia". Tenía razón, y seguí su consejo. Desde ese momento siento que, si bien las
escenas de desnudo son difíciles, al cabo del día no se diferencian del resto, porque una debe olvidarse de sí misma y de su físico, y debe concentrarse en la actuación. De otro modo, todas mis paranoias personales entrarían en juego y dejaría de estar consustanciada con el personaje.", afirma.

En realidad, ya no hay muchas cosas que asusten a Kate Winslet. Pero ella no está muy convencida: "Me vuelvo loca de miedo, pero no conozco a ningún actor que no sienta lo mismo. Además de esta paranoia, que considero normal y que termina justo cuando empieza el rodaje, no hay ninguna otra cosa que me asuste", asegura.

Cree que si "Humo sagrado" logró algo en su carrera, fue superar temores del subconsciente. "Justamente de eso se trataba mi personaje. Tenía que ser desinhibida,
libre y audaz. Jane lo logró, arrastrándome casi a los gritos y patadas", apunta, expresiva. Tras el rodaje, de regreso en su hogar londinense, Winslet dice que su vida tiene muy poco de gritos y violencia. Asegura que la vida que comparte con su esposo, el aspirante a director de cine Jim Threapleton, es absolutamente normal y tranquila.

Winslet, la actriz que logró imponer su sello en películas de época como "Sensatez y sentimientos" y "Jude", volverá a calzarse el corsé en su próximo proyecto, titulado "Quills", un relato inspirado en la vida del Marqués de Sade, coprotagonizado por Geoffrey
Rush y Joaquin Phoenix y dirigida por el siempre impredecible Philip Kaufman ("Henry y June"). Como lo sugiere su tema, es más probable que "Quills" triunfe en el ámbito de la crítica y no en las boleterías.

Y para comprometerse en este proyecto, también puede que Kate Winslet decida dejar para otra oportunidad proyectos más rentables, del mismo modo que, como dicen
algunos, habría rechazado en su momento los papeles femeninos principales de "Shakespeare apasionado", "Anna y el rey" y el inminente "Autumn in New York" a favor de "Hideous Kinky" y "Humo sagrado". "Odio entrar en detalles -dice Winslet, sacudiendo la cabeza cada vez que se le mencionan aquellas películas-. No me arrepiento, porque no creo en ese tipo de actitudes. Sólo tenemos una vida, y arrepentirse es una forma de retroceder".

Con una sonrisa, concluye: "Creo con fervor en mirar hacia delante. Tener una visión de futuro, enamorarse de ella, acometerla y tratar de disfrutarla a pleno. En mi vida no tengo nada de qué arrepentirme".