Kate no quiere quedra presa de la fama
Enero 28, 2000
La Nación de Argentina
Con rumbo propio: Kate Winslet
"Estoy decidida a ser honesta. No quiero que el
éxito me aliene. Prefiero dedicarme a oír los berridos de mi hija". Eso dice quien
saltó a la fama con Titanic y pretende no quedar presa de eso. "Después de Titanic,
la prensa escribió muchísimo sobre mi peso"
Por Lynn Hirschberg
Cuando Kate Winslet les dijo a sus
agentes que quería actuar, tras su papel nominado al Oscar en Titanic, el film más
famoso de todos los tiempos, en Hideous Kinky, una película pequeña filmada en
Marruecos, ellos no se sintieron para nada felices. "Mis agentes se pusieron muy
mal", dice Winslet, riéndose. OK -me dijeron-, vas a compensar tu enorme éxito
filmando una película en el desierto. Esa sí que es una gran idea. Pero me conocen.
Saben que tomo mis propias decisiones, y no quería quedar perdida ni confundirme con el
tremendo suceso que tuvo Titanic. Deliberadamente no quise entrar en la rutina de
Hollywood. Quería ir a trabajar todos los días y saber el nombre de todos los que
estaban en el set. Por más que suene demasiado místico, quería cuidar mi alma."
Winslet, de apenas 25 años, y que ha estado actuando
desde la adolescencia, no tiene para nada las características que supuestamente posee una
actriz de clase A. Es bella, pero no es delgada; vive en las afueras de Londres y no en
Los Angeles.
La joven actriz británica se somete por estos días -luego de compartir el set con el
australiano Geofrey Rush en Letras prohibidas, la leyenda del marqués de Sade- a una
rigurosa dieta para bajar esos kilos de más que ganó con su reciente embarazo. Con ese
esfuerzo que le redundará en una mejor figura piensa conseguir personajes más
importantes.
Sin embargo, la actriz ha rechazado papeles estelares de mucho dinero en favor de
películas idiosincráticas como Humo sagrado, donde encarnó a una joven seducida
por las enseñanzas de un gurú de la India, o Letras prohibidas, la leyenda del marqués
de Sade (Quills). "Quills era originalmente una pieza teatral -dice Winslet, mientras
su beba de tres semanas, Mia Honey, duerme en su falda-. El guión era muy loco.
Verdaderamente me conmocionó, quiero decir que todo era perverso y extremo y maravilloso.
Y pensé que era muy valiente por parte de Fox Seaarchlight, un estudio de Hollywood,
atreverse a hacer esa película. Me di cuenta de que seguramente creían en el proyecto. Y
lo acepté."
Al ser la primera estrella que se comprometió en la filmación de Quills, y por el halo
que le confería el éxito de Titanic, Winslet le dio gran impulso al film. "Ella era
mi primera opción -dice Philip Kaufman, el director de Quills, que también filmó, entre
otras, La insoportable levedad del ser-. Kate tiene una jerarquía de valor adecuada. No
tiene ningún tic de superestrella, algo muy inusual. Todo el mundo es jactancioso, pero
ella no. Rechaza lo que quiere rechazar, no tiene miedo. Parece suave, pero no es para
nada frágil. Tiene su propio rostro... que es mucho mejor que ese barco que se
hundió."
Quills transcurre en el asilo mental donde fue recluido el marqués de Sade. Castigado en
1801 por publicar novelas y obras teatrales pornográficas, el marqués (encarnado por
Geoffrey Rush) pasa sus días en aislamiento y esplendor, mientras sus escritos son
sacados subrepticiamente del asilo por Madeleine (Winslet), una lavandera con sueños
románticos. Escandalizado por Justine, la última obra de Sade, el emperador de Francia,
Napoleón, envía al doctor Royer-Collard (Michael Caine) a disciplinar al marqués. Su
presencia conmociona a todos los internos, incluyendo a un sacerdote, el abate Coulmier,
que está enamorado de Madeleine.
"Quills fue algo arriesgado -explica Winslet, cuyo padre y dos hermanas también son
actores-. En general, no pienso en las consecuencias, en mi capacidad de mercado, mi
potencial internacional, ni nada de eso. Simplemente pretendo divertirme, un poco de
aventura, y ese personaje tenía integridad. Pero hubo momentos en que... -Winslet vuelve
a reírse. Se refiere a una larga escena, muy fuerte, de Quills, que involucra
necrofilia- . Y, bueno -prosigue la actriz-, es una escena difícil de hacer. Quiero
decir, sexo con un cadáver... es demasiado. Y además hay que agregar que se trata de un
sacerdote teniendo relaciones sexuales con un cadáver, y en la iglesia. No es fácil
encontrar algo más conflictivo, ni aun buscándolo."
Aunque ella misma es el cadáver desnudo, Winslet no parece muy disgustada. "Estar
allí tendida sobre una losa, sin ropas, no fue fácil -dice-. Pero la escena no era
gratuita. Todo el mundo me pregunta qué pienso de la desnudez, porque supongo que me he
quitado la ropa en casi todas las películas que hice. Pero en cada caso, el desnudo
tenía motivo. Francamente, aborrezco cada momento que debo mostrarme desnuda. Pero no
soporto ver una película y pensar: ¿qué hace esa mujer
teniendo una relación sexual con toda la ropa puesta? Debería estar desnuda."
Las voluptuosas formas de Winslet son un retorno a épocas menos aeróbicas. Y tal vez por
eso resulte perfecta para films de época como Quills o Sensatez y sentimiento, por el
cual fue nominada para un premio de la Academia. Durante la filmación de Titanic,
Leonardo DiCaprio predijo que el peso de Winslet se transformaría en tema de discusión.
Winslet recuerda: "Yo solía quejarme a él: Estoy gorda. En esta película aparezco
desnuda, y estoy gorda. Pero él me decía: Te aclamarán por tus formas. Y agregaba:
Estás maravillosa. No te preocupes. Y es verdaderamente un tipo sensato".
Pero Winslet debe admitir que "después de Titanic, la prensa escribió muchísimo
sobre mi peso. De modo que, por un tiempo, pensé que debía adaptarme, e hice dieta y me
puse muy delgada, pero después me di cuenta de que no debía matarme de hambre. Pensé:
"Bueno, Titanic es un gran éxito, he tenido dos nominaciones, y mi mensaje para las
jóvenes es: no hay que ser flaca flaca para tener éxito -hace una pausa-. Estoy aburrida
de repetir esto".
La beba empieza a llorar, y Winslet la alza. "En realidad, no soy tan segura -dice,
consolando a Mia-. Es una armadura. Tengo momentos en los que me escondería en un
rincón, deseando que la tierra me tragara."
La beba aúlla, y el esposo de Winslet, el director Jim
Threapleton, se la lleva a otro cuarto. "Pero estoy decidida a ser honesta. No quiero
que el éxito me aliene. Prefiero dedicarme a oír los berridos de mi hija." |